martes, 3 de marzo de 2009

La Gioconda

LA GIOCONDA: Un misterio sin solución
Hacia 1503, según dice Vasari, un rico florentino, Francisco del Giocondo, le encargó pintar el retrato de su bella esposa, “monna Lisa”, a la cual le llamaba monna por cariño, (una abreviatura del nombre Madonna). Pero según indica el pesimista de su biógrafo, “Al cabo de 4 años de intentos dejo la obra imcompleta”, tambien se considera de la pintura inacabada que se la llevo a Francia, junto con otras obras suyas, en vez de entregarselas a quienes se la habian encargado y seguramente pagado. Así se inicio el espinoso asunto de La Gioconda, ¿Es verdaderamente el retrato del esposa del Giocondo, una mujer de 26 años? Adolfo Venturi afirma que la modelo fue Constancia de Avalos, Duquesa de Francavilla, “bajo el hermoso velo negro de su viudez”. Algunos han llegado a lanzar la hipótesis de que el retrato de La Gioconda era un hombre disfrazado de mujer y otros de que era la amante de Da Vinci. Lo cierto es en torno a la enigmática se han entretejido historias cada vez más enredadas, en las que se han inspirado escritores y poetas. El último de estos fue Gabriel d`Annunzio, quien tomando como tema el caso del albañil italiano que robo el cuadro del Louvre en 1911, imagino una historia de amor imposible en su relato de El hombre que robó La Gioconda, el cuadro despues se recupero en Florencia y fué restituido al Louvre. Pero ¿Cuál es la verdad?, Vasari escribió lo que habia oído decir y describio el cuadro sin haberlo visto, ya que a la muerte de Leonardo lo compro el rey Francisco I por 4,000 ducados, y permaneció en la colección real de Fontainebleau, antes de pasar al Louvre. Vasari se se extendio en una descripción realista hasta con detalles de las cejas, “aquí muy espesas y allá muy ralas”, (la “monna Lisa” no tiene cejas porque las damas de entonces se las rasuraban), comete un error imperdonable. La Gioconda es irreal; está sumergida en un ambiente líquido, verde azulado y opaco. Un paisaje soñado de montes y lagunas envueltos en la niebla, forma el fondo del cuadro.
La Gioconda de Leonardo contemporánea de las bellas damas enjoyadas que pintaron Pollaiolo, Boticelli, Ticiano y Rafael, se destaca por la total ausencia de adornos y ropajes que hoy en día llamaríamos “sofisticados”. Aparece como el retrato de la sencillez, haciendo de ella una obra única. Lleva los cabellos lisos apenas cubiertos por el velo oscuro y no luce joyas en el pecho ni en las manos ¿Por qué?,Tambien en aquella ocasión Leonardo fue contra la corriente.
Uno de los aspectos mas inquientantes de las pinturas de Leonardo es la levedad de sus famosas “sonrisas”. Si bien se muestra despiadado al reproducir los rostros estrafalarios de los miserables viejos del Borghetto, su mano es delicadísima al pintar en sus rostros femeninos las expresiones del ánimo. ¿De dónde procede la misteriosa sonrisa de La Gioconda? Por cierto que no de las contracciones musculares; la cara de La Gioconda permanece inmóvil. La sonrisa procede de una luz interior que reviste a toda la persona, por medio de una leve curvatura de los labios.
Cuenta Vasari que mientras la pintaba, Leonardo mantenía en la sala músicos, cantores y bufones, para que la modelo permaneciera alegre y desapareciera ese aire melancólico que la pintura suele dar los retratos. Leonardo producía sonrisas tan placenteras que era una delicia verlas.
No sabemos si en realidad, las bromas de los bufones hacían aflorar a los labios de la monna Lisa la sonrisa exquisitamente melancólica, la misma sonrisa que se encontró poco después, algo más acentuada, en el rostro de Santa Ana; pero no hay duda de Leonardo utilizaba la música para el estimulo de los sentidos y de la imaginación.
La vida de Leonardo Da Vinci estuvo dominada por el misterio, es por ello que existen tantas incertidumbres en el retrato de la monna Lisa y hasta en muchos aspectos de su vida. El definía el arte como “una aventura del interior”.

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